La obra artística de Margriet van Breevoort (Países Bajos) atraviesa por una delicada línea entre lo extraordinario y lo inimaginable. Van Breevoort intenta resaltar una red de contradicciones, que abarca la dialéctica entre el hombre y la naturaleza, así como la interacción entre lo orgánico y lo tecnológico. Los límites que alguna vez separaron a los animales, los objetos creados por el hombre y los propios humanos se están volviendo cada vez más borrosos. La piel humana se convierte en un objeto, los animales se vuelven humanos.
Empleando un intenso proceso de escultura, que implica la creación de moldes y el uso de silicona especial, Van Breevoort crea meticulosamente un mundo surrealista pero plausible. En consecuencia, los espectadores se ven sutilmente llevados a reflexionar sobre si esta realidad aparentemente absurda podría, de hecho, existir.
La creación de sus obras de arte está impulsada por preguntas sobre la autenticidad. ¿Podemos todavía percibir algo como “natural” cuando todo lo que se considera naturaleza ha sido influenciado y moldeado por las manos de la humanidad?
Margriet van Breevoort, que reside y trabaja en Ámsterdam, completó sus estudios en la Hogeschool voor de kunsten Utrecht, donde se graduó con honores en 2013. Su trabajo ha obtenido reconocimiento en diversas ferias y exposiciones de arte internacionales.
La pieza titulada “Homo refugus” oscila entre los pasos vacilantes de aprender a caminar y el inquietante descenso hacia un estado de estancamiento. Su creación, que se origina a partir de una masa informe de arcilla, es paralela a la narrativa de la creación similar a la del Dr. Frankenstein, donde el artista le otorga una apariencia de vida. Este proceso de creación se hace eco de los avances científicos modernos, donde los investigadores ejercen el poder de crear y manipular la vida misma, a menudo partiendo de los componentes más básicos de la existencia, como las células madre.
